El servicio de urología de Creu Roja Hospitals realiza más de 100 casos de éxito de fimosis automatizada

Palma, 19 de marzo de 2024. La fimosis afecta a un 10% de la población masculina, y aproximadamente, la mitad debe someterse a una intervención quirúrgica, en el caso de adultos, por indicación facultativa. La fimosis es una patología consistente en la estrechez de la abertura del prepucio, que impide descubrir el glande parcial o totalmente, y conlleva una dificultad para mantener una correcta higiene del pene y, además, suele causar dolor al mantener relaciones sexuales.

Las principales causas con las que se relaciona esta patología son de carácter congénito, es decir, se nace con ello. Pero también puede desarrollarse en jóvenes y adultos, con una incidencia significativa en pacientes con diabetes, ya que aumenta los problemas de circulación sanguínea y daño a los nervios, lo que puede suponer a un incremento de las infecciones genitales, inflamación crónica y cicatrización lenta. Todo ello puede contribuir al desarrollo de fimosis o al empeoramiento de una preexistente. Se añade a estas complicaciones, que las personas con diabetes tienden a tener mayor riesgo de infecciones por hongos, lo que puede afectar la piel del pene y contribuir a la fimosis.

La intervención quirúrgica, circuncisión, consiste en extirpar la piel que cubre el glande mediante el uso de un bisturí, para finalizar con la sutura alrededor del pene. La innovación en este campo ha llegado de la mano de lo que se denomina circuncisión automatizada, realizada con un equipo semejante a una pequeña pistola, que permite la realización del procedimiento sin que el urólogo tenga que suturar.

El servicio de urología de Creu Roja Hospitals incorporó el uso de este dispositivo a principios de año, comprobando que el tiempo de intervención se reducía hasta poder realizarse entre 3 y 5 minutos y que, al no suturar, se minimizan los riesgos intra y postoperatorios y se facilita al paciente el manejo de la herida quirúrgica en casa.

El Dr. Víctor Parejo, uno de los integrantes del servicio de urología de Creu Roja Hospitals, comenta que “se está utilizando un dispositivo de grapadora automática para circuncisión de segunda generación con línea de silicona, de un solo uso y estéril”. Nos explica, también, que la incorporación de la línea de silicona con respecto a los dispositivos de primera generación, es que evita que se incrusten las grapas como podía pasar en ocasiones con los anteriores.

Después de más de 100 casos llevados a cabo, resulta buen momento para hacer balance y el Dr. Parejo se muestra muy satisfecho, indicando que no podría ser más positivo. “La rapidez de la técnica”, comenta el doctor, “permite realizar en una jornada muchas más intervenciones con la misma o mayor calidad y seguridad, algo que, en la faceta del hospital en cuanto a servicio público, se traduce en una gestión mucho más rápida de las listas de espera del Servei Public de Salut”.

“Las ventajas son llamativas”, asegura el Dr. Xavier Bonet, otro de los integrantes del servicio, “desde un menor dolor en todo el proceso hasta un acabado estético mucho mejor. Sin olvidar que las grapas se caen solas, una vez que la herida ya ha cicatrizado”.

Una parte indispensable del procedimiento es el seguimiento de enfermería que se hace una vez ha sido intervenido el paciente. Entre los 7 y 10 días tras su paso por quirófano, el paciente acude a la consulta de enfermería para el primer control de la herida. “En esta visita de seguimiento valoramos cómo va la herida, el dolor que refiere el paciente, solventamos dudas que le hayan podido surgir”, comenta Gustavo Berenguer, enfermero responsable de estos pacientes quirúrgicos.

También le explicamos los cuidados básicos, además de la guía documental que se les ha entregado previamente. Aunque a los pacientes en ocasiones les resulta extraño, deben realizarse lavados de la herida con agua y jabón, aplicar una solución yodada o algún tipo de hidrogel”. En cuanto a los pacientes que acuden habiéndose realizado la circuncisión automatizada Gustavo expone que “hemos observado que las grapas caen por sí solas a las 2 o 3 semanas. A nivel estético quedan muy bien, siendo la cicatriz casi inapreciable. Los pacientes pueden volver a realizar una vida relativamente normal antes que los intervenidos con la técnica clásica, ya que la inflamación y el dolor es menor y remiten de manera más rápida”.

En muchas ocasiones, los adultos son recelosos a la hora de someterse a una circuncisión debido a la incomodidad y al temor que supone una intervención en la zona genital. Pero las consecuencias de no tratarse esta patología pueden suponer, a corto plazo, dificultad para la higiene y mal olor, infecciones en el pene (balanitis) o infecciones urinarias y molestias para las relaciones sexuales. Y a largo plazo esta dificultad para la higiene puede ocasionar, aunque se trate de algo muy poco frecuente, cáncer de pene.

Los pacientes pueden acudir”, aporta el Dr. Parejo, “o bien derivados del Servei Public de Salut. Estos no pueden solicitar cita directamente en el centro, deben ser remitidos mediante los procedimientos de gestión de lista de espera establecidos entre ambas entidades. O bien, pacientes privados, que pueden solicitar su cita poniéndose en contacto de manera directa con Creu Roja Hospitals